miércoles, 23 de diciembre de 2009

Voces de Aquí y de Allá - Martha Cerda -

Martha Cerda nacío en Guadalajara, Mexico, en 1945. La Sra. Rodríguez y otros mundos le supuso el primer gran reconocimiento internacional, renovado posteriormente con la publicación de Toda una vida. Anteriormente, había publicado Juegos de damas. Es presidenta del Comité del PEN para América Latina y fundadora de su centro en Guadalajara. Transcribo aquí una de sus tantas obras literales.
Aquí todo está igual, como si el tiempo no acabara de pasar. Los mismos muros, los mismos muebles, las mismas sombras de los mismos árboles (quizá un poco más alargadas, imperceptiblemente). Nos movemos en el escenario de siempre, unas canas más, unos dientes menos, según de quien se trate.
Papá, un poco àrbol, un poco sillón, otro tanto Dios y un mucho tú. La casa marchando a pesar de la servidumbre y del hijo-patrón, el pobre hace lo que puede.
Todo está en su lugar, tal vez demasiado. Tú nunca te darás cuenta de la idéntica permanencia de todas tus cosas, invocando tu ausencia desde los estantes. Cientos de objetos sobrevivientes e inútiles, testimonios silenciosos de otros días en que cobraban vida entre tus manos: ropas vacías, perfumes sin aroma, espejos sin imágen.
Hay pocas cosas nuevas; alguna arruga o quizá la misma profundizada, tu retrato, nuestras actitudes: No salimos aún del asombro.
En un año has muerto trescientas sesenta y cinco veces, desde la primera, en que cayeron sobretí flores, llanto, tierra; y sobre nosotros, el filo de la certeza. ¿Cómo medirtu ausencia y silencio?¿Con palabrasno dichas, o no escuchadas?¿Cómo?.Cada martes papá te lleva claveles rojos, la florista ya lo conoces y le tiene preparada una docena. El lugar es bonito, los niños se han acostumbrado a visitarte ahí y a jugar entre las lápidas; son niños. Después camos a comer. como antes, y reímos y hablamos de todo y de nada. Por eso te digo que todo sigue igual, pero, es tan distinto...
Acá todo es tan distinto. Al principio el dolor fué cediendo y empecé a confundirme con el aire, con la luz, con los suspiros. Los recuerdo quedaron desamparados en alguna parte de mi memoria y supe que ya no podría terminar la frase que había iniciado.
He aprendido a ver sin ojos, a gritar sin ser oída.
He aprendido a esperar sabiendo que nadie vendrá. He aprendido a olvidarme de mí, a llorar sin lágrimas.
El temor al no ser se ha desvanecido. Ignoro si un día nací; no sé ni cuando he muerto.
La eternidad es querer mover un dedo un día y otro y meses y años, y no lograrlo. Querer sentir frío, hambre, querer sentir...Querer dar y no tener a quién. Las sonrisas y los besos se pudren en la boca, el cuerpo se va corrompiendo de tristeza.
Pero lo que quiero decirte, es que guardes aquella fotografía , en la que estoy contigo, y que cuides a papá. Quisiera poder decirtelo...




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